Dan Wetzel analiza cómo el problema del “calendario” del fútbol universitario afecta más a los jugadores que a los entrenadores millonarios. Aunque los entrenadores, como Lane Kiffin, se ven obligados a cambiar de equipos incluso mientras sus antiguos equipos están en playoffs, son los reclutas de secundaria quienes sufren más. Estos jóvenes y sus familias deben decidir rápidamente si se quedan con su elección anterior o cambian de escuela, a pesar de la incertidumbre y la falta de información, como señala Justin Cessante, entrenador de Detroit Catholic Central High School.
El problema se agrava con el periodo de firmas anticipadas, que obliga a los estudiantes a tomar decisiones cruciales sin conocer a los entrenadores que estarán a cargo el próximo año. Por ejemplo, jugadores como Benjamin Eziuka y Jack Janda se vieron forzados a cambiar de destino debido a cambios en el cuerpo técnico. La falta de tiempo y la presión para tomar decisiones apremiantes perjudican la experiencia de lo que debería ser un proceso enriquecedor de descubrimiento personal y académico.
El periodo de firmas anticipadas, promovido por los mismos entrenadores, se trasladó al primer miércoles de diciembre. Esto se superpone con los playoffs y el ciclo de contrataciones de entrenadores, creando un caos que afecta principalmente a los estudiantes. Aunque algunos jugadores firman sin conocer a sus futuros entrenadores, las universidades también buscan transferencias en enero, complicando aún más la situación para los recién llegados.
Para resolver este problema, se propone mover el periodo de firmas de vuelta a febrero. Esto permitiría que tanto los estudiantes como los entrenadores dispusieran de más tiempo para tomar decisiones informadas, evitando una selección precipitada y los problemas de adaptación futura. “Deberíamos tener una expectativa estándar de cómo debería ser este proceso, y ahora mismo no la hay”, afirma Cessante, destacando la necesidad de un sistema más justo para los jóvenes atletas.
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