El ambiente en el GP de Hungría fue tenso para Lewis Hamilton, quien quedó eliminado en la Q2, mientras que su compañero Charles Leclerc obtuvo la pole position. El rendimiento del inglés en la clasificación fue decepcionante, y al hablar, dejó ver su frustración. Hamilton, uno de los pilotos más destacados de la historia de la Fórmula 1 con siete títulos, 105 victorias y 104 pole positions, tomó la arriesgada decisión de dejar Mercedes para correr con Ferrari, con el objetivo de alcanzar su octava corona. Sin embargo, los resultados esperados no han llegado. Hasta el momento, su única alegría con Ferrari fue el triunfo en el sprint de China.
La situación se complicó más en Hungría, y Hamilton no ocultó su frustración. En Bélgica, una semana atrás, ya había sido eliminado en la Q1, mientras que Leclerc logró un podio. Sus palabras a ESPN: “Soy yo, la culpa es mía, y no creo que mejore”, revelaron un estado anímico golpeado. En declaraciones a Sky, Hamilton fue aún más duro consigo mismo, afirmando ser un “inútil”, mientras Leclerc brillaba desde la pole.
Los ingenieros de Ferrari intentaron mejorar su desempeño añadiendo carga aerodinámica al SF-25 de Hamilton para obtener más grip en Hungaroring, pero no fue suficiente. Hamilton encara el parón de verano con una mezcla de desilusión y esperanza, consciente de que en 2026 habrá cambios en el reglamento técnico que podrían darle un coche ganador.
El desafío sigue para Hamilton, quien a sus 40 años permanece comprometido con el proyecto de Ferrari, aunque su deseo de éxito inmediato resuene con urgencia. Mientras lidia con su orgullo herido, la expectativa de un auto competitivo en el futuro mantiene vivo su espíritu competitivo.
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