Chris Paul fue sorpresivamente informado por el presidente de los Clippers, Lawrence Frank, de que el equipo ya no contaba con él, apenas 21 juegos después de iniciar lo que se esperaba fuera una temporada final de retiro. Los Clippers tenían un récord de 5-16 y ocupaban el penúltimo lugar en la Conferencia Oeste. Esta separación dejó perpleja a la NBA, especialmente por la rapidez y el momento en que ocurrió.
Blake Griffin, quien había tenido una relación distante con Paul, se puso en contacto con él tras enterarse del despido. Junto con DeAndre Jordan, los excompañeros de los Clippers se unieron por primera vez en años para reflexionar sobre sus experiencias en el equipo. Paul compartió una imagen en Instagram de esta interacción, destacando la ironía de que la adversidad unió a los antiguos amigos.
La relación entre Paul y los Clippers se deterioró debido a malentendidos sobre su rol. Firmó un contrato de un año para ser líder veterano desde la banca, pero rápidamente asumió un papel más activo. Sus intentos de liderar chocaron con las expectativas del equipo, especialmente con los entrenadores Tyronn Lue y Jeff Van Gundy. Las tensiones culminaron con Paul siendo apartado del equipo.
A pesar del respaldo de compañeros como Brook Lopez y Kawhi Leonard, los esfuerzos de Paul por resolver las diferencias no fructificaron. El equipo decidió enviarlo a casa después de distintos desacuerdos, marcando así el fin de su tiempo con los Clippers. Ahora, Paul espera ser intercambiado o que se rescinda su contrato, mientras reflexiona sobre cómo llegó a esta situación.
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