FIFA ha tomado recientemente decisiones que no solo son insensatas y avariciosas, sino también contraproducentes para sus propios intereses al establecer precios altos para las entradas del Mundial. La organización intentó enmendarlo considerando la reacción negativa de los aficionados, quienes ahora podrían reconocer su poder y aumentar su resistencia.
Los precios para las entradas vendidas a través de las federaciones nacionales se fijaron entre $180 y $700, provocando descontento entre los hinchas. En respuesta, FIFA anunció un nuevo nivel de entrada a $60, pero esto no es un verdadero triunfo para los aficionados, sino más bien un reconocimiento de que sus tácticas estaban dañando principalmente a sí misma.
Estos tickets son para los fervientes seguidores que animan y crean el ambiente del Mundial. Se espera que estos hinchas, que muestran su lealtad siguiendo a su equipo en todo el mundo, no sean exprimidos con precios altos. En un evento donde la atmósfera es clave, llenar estadios con corporativos y curiosos no tiene el mismo impacto que hacerlo con apasionados aficionados.
A pesar de todo, FIFA sigue considerando el Mundial como un evento televisivo donde los estadios sirven como estudios lujosos, pero necesita a los verdaderos aficionados para que funcione. Aunque la organización tenga sus motivos financieros, no debe subestimar la lealtad de estos seguidores que pueden presionar indirectamente a través de las federaciones nacionales.
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