Manchester United atraviesa una crisis: pese a ser uno de los clubes con mayores ingresos y salarios del mundo, terminaron en el puesto 15 de la liga. Este declive no es solo un mal año; en las últimas cuatro temporadas, sus resultados han sido inconsistentes y preocupantes. Los esfuerzos de fichaje bajo la dirección de Jim Ratcliffe y el entrenador Ruben Amorim no parecen haber mejorado la situación.
A pesar de tener los recursos para atraer a jóvenes promesas del fútbol, el club sigue una estrategia errática. En lugar de enfocarse en jóvenes talentos que podrían ser fundamentales en el futuro, están invirtiendo en jugadores como Bryan Mbeumo y Matheus Cunha, quienes, aunque están en su mejor momento, no garantizan un retorno exitoso a largo plazo. Estos fichajes han sido cuestionados por su costo elevado y la expectativa de que no mantendrán su nivel de juego reciente.
El dilema de United es si su objetivo es a corto o largo plazo. Han fichado jugadores que podrían mejorar las próximas temporadas, pero no apuntan a un futuro más allá de eso. Además, sus elecciones complican el desarrollo de jóvenes como Alejandro Garnacho y Amad Diallo, cuyos talentos prometen mucho pero enfrentan falta de tiempo de juego debido a la llegada de estos nuevos jugadores.
El club parece perdido en su estrategia de fichajes. Mientras que el propietario apunta a un objetivo de ganar la liga para 2029, las acciones actuales indican lo contrario. Los movimientos de mercado no solo muestran una falta de planificación a largo plazo, sino también la presión para lograr resultados inmediatos. La incoherencia en sus decisiones ilustra un club que no está seguro de cómo revivir su antigua grandeza.
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