Freddie Freeman regresó a los Dodgers de Los Ángeles después de dos semanas difíciles en las que su hijo Maximus, de 3 años, luchó contra el síndrome de Guillain-Barré, una rara enfermedad neurológica. Al llegar al estadio, encontró camisetas azules con su nombre, número y la frase “#MaxStrong” en cada casillero, usadas por sus compañeros y entrenadores en señal de apoyo.
Maximus despertó el 22 de julio con una ligera cojera y cuatro días después sufrió parálisis completa, lo que llevó a Freeman a dejar una serie de juegos en Houston para estar con su hijo. Gracias a un tratamiento con inmunoglobulina, Maximus empezó a mejorar y finalmente fue desconectado del ventilador, regresando a casa para iniciar terapia física. A pesar del sufrimiento, Freeman se mostró agradecido, especialmente con el personal médico del Children’s Hospital of Orange County.
Freeman detalló la experiencia emocional de ver a su hijo en tan mal estado y expresó su gratitud por el apoyo recibido de la comunidad del béisbol. Comentó que nada lo preparó para ver a su hijo en un respirador, pero los avances de Maximus y el cariño de su familia y compañeros le dieron consuelo.
El lunes, al regresar al campo, recibió una ovación de pie en su primer turno al bate contra los Phillies y, aunque se ponchó, lo describió como uno de los ponches más agradables de su carrera, sabiendo que su hijo estaba en camino a la recuperación. Con esperanza y agradecimiento, espera que Maximus haga una recuperación completa, apreciando cada pequeño progreso en su recuperación.
Source link