En julio, Kylian Mbappé expresó su deseo de heredar el número 10 de Luka Modric en el Real Madrid. Tanto el presidente del club, Florentino Pérez, como Adidas vieron esto como una gran oportunidad de marketing y ventas. Sin embargo, Xabi Alonso, el entrenador, tuvo una reacción más matizada. Explicó a Mbappé que el número implica responsabilidades, como las que Modric había llevado con dignidad durante siete años, no solo por su rendimiento en el campo, sino por su actitud y comportamiento ejemplares. “¿Aún lo quieres?” era el desafío implícito.
Desde que cambió su camisa número 9 por la 10, Mbappé ha respondido de manera ejemplar en el campo y comercialmente, las ventas de camisetas explotaron, superando las proyecciones de Adidas. Fermín de la Calle informó que se vendieron 345,000 camisetas del nuevo número. Tras vencer a Osasuna, Alonso reconoció que Mbappé busca superarse, ya sea por el cambio de número o por su ambición natural.
Mbappé, siempre sinónimo de goles, no solo brilla por su ofensiva. Ha empezado a incorporar aspectos defensivos a su juego. Durante un partido contra Real Oviedo, retrocedió en una jugada defensiva importante y lanzó un peligroso contraataque. Además, mostró apoyo a su compañero Vinícius Júnior, controlando su temperamento en un momento crítico del partido. Estos gestos reflejan no solo su capacidad en el campo, sino también su carácter solidario.
Finalmente, Mbappé demostró detalles personales valiosos. Al final del primer tiempo, regaló su camiseta a un joven fan sin buscar atención mediática. Al observar que Antonio Rüdiger no intercambió camisetas con un jugador contrario, Mbappé dio la suya propia, mostrando un espíritu deportivo que va más allá de los goles y las asistencias. Estos actos no son solo gestos de un campeón, sino de un jugador que marca la diferencia también fuera del campo.
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