Como los entrenadores principales deciden abandonar el llamado de jugadas
Kenny Dillingham de Arizona State, con experiencia en llamadas ofensivas, observó cómo el entrenador de Ohio State, Ryan Day, alternó entre dirigir el juego y ceder esas responsabilidades a Chip Kelly. Dillingham notó una calma en Day cuando no llamaba las jugadas. Inspirado por esta gestión, Dillingham adoptó un enfoque similar, permitiéndose intervenir en ambos lados del equipo sin estar atascado en el llamado constante de jugadas.
Muchos entrenadores enfrentan la decisión de renunciar a llamar jugadas, especialmente al principio de sus carreras. La responsabilidad de un entrenador principal se ha ampliado, obligándolos a decidir si deben concentrarse en todos los aspectos de su equipo o seguir llamando jugadas. Steve Sarkisian en Texas prefirió seguir llamando jugadas, mientras que otros como Brian Hartline en Ohio State asumieron la responsabilidad bajo Day, adoptando un enfoque más conservador con el joven mariscal Julian Sayin.
Kalen DeBoer de Alabama y Mike Norvell de Florida State pasaron la responsabilidad del juego a nombres confiables en sus respectivos equipos. Norvell contrató a Gus Malzahn después de una temporada difícil para revivir la ofensiva de los Seminoles, mientras que DeBoer confió en Ryan Grubb, buscando replicar el éxito pasado. La elección de dejar el llamado de jugadas depende de la confianza que un entrenador tiene en sus asistentes y su voluntad de delegar para el beneficio del equipo.
Rhett Lashlee en SMU y otros entrenadores debaten las ventajas de mantener o ceder sus responsabilidades de juego. Lashlee argumenta que su aporte en llamadas críticas durante los partidos permite decisiones más audaces y efectivas. Al final, el desafío para los entrenadores es encontrar un equilibrio, asegurando que las decisiones de juego impulsen el éxito del equipo sin que el control sea una carga abrumadora.
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