El atletismo español está en un momento destacado tanto en la pista como en el asfalto, con atletas como Moha Attaoui impresionando en cada competencia. En los 800 metros, Attaoui cambió de ritmo a 250 metros del final, alcanzando la victoria con un tiempo de 1:44.81, demostrando una segunda mitad más rápida que la primera. Sus actuaciones recientes, incluyendo un impresionante 1:42.4 en Mónaco, generan grandes expectativas para su participación en París, donde competirá en las semifinales y, potencialmente, en la final.
Otro talento prometedor es Quique Llopis, especializado en los 110 metros vallas, quien ha mostrado una notable progresión bajo la guía de su entrenador Toni Puig. Llopis alcanzó la final olímpica tras competir contra figuras como Grant Holloway y Rachid Muratake, demostrando su habilidad para mantenerse fuerte después de la tercera valla. “Quien sale bien tiene el 40% de la carrera ganada, pero la verdadera fortaleza de Llopis es en la fase lanzada,” afirma Puig.
En las semifinales, Llopis terminó segundo con un tiempo de 13.17s, asegurando su puesto en la final. A pesar de la presión y nerviosismo, el atleta demostró su capacidad de superar obstáculos tanto físicos como mentales. “Después de ver los tiempos, la final va a estar muy disputada,” comentó Llopis, quien reconoce la competitividad de la prueba pero está dispuesto a luchar por todo.
La carrera de Llopis ha tenido altibajos, incluyendo una lesión en 2023 que interrumpió su progreso, pero ha logrado recuperarse con una serie de logros importantes. Su rendimiento más reciente en el campeonato nacional en La Nucia, con un tiempo de 13.09s, lo sitúa entre los mejores del mundo. El enfoque ahora está en mejorar la velocidad entre vallas y mantener la consistencia, en una disciplina donde “nadie puede asegurar nada,” pero la historia reciente del atletismo español en los Juegos Olímpicos muestra que siempre hay razones para el optimismo.
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