Los Juegos Olímpicos son el sueño de cualquier deportista, pero ¿qué haces si en tu prueba, la lucha grecorromana, enfrentas a un invencible? Yasmani Acosta, nacido en Matanzas, Cuba, mide 1.95 metros y pesa 130 kilos. Sin posibilidad de competir contra su amigo y mentor, ya que solo un luchador representa a cada país en los Juegos, tenía una opción: desertar. En abril de 2015, durante un Panamericano de Lucha en Santiago de Chile, tomó la decisión.
Acosta salió del hotel y contactó a su amigo, el luchador chileno Andrés Ayub, quien lo llevó a un motel en la calle Marin 014, donde se escondió por varios días. Desde ese momento, su vida cambió drásticamente. Trabajó como guardaespaldas y portero de discotecas hasta que la Federación de Lucha de Chile lo apoyó, concediéndole la nacionalidad chilena por gracia en 2018.
Más tarde, se trasladó a España y continuó compitiendo. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Yasmani logró un quinto lugar en su prueba, dando el primer paso hacia su sueño. Para París 2024, su objetivo estaba claro: llegar a la final y enfrentar a Mijaín. Y lo logró.
Ahora, con 36 años, Yasmani ve el camino despejado en su categoría, sin Mijaín como rival, y no piensa desaprovechar esta oportunidad.
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