Desde que se unió a la NFL, Minkah Fitzpatrick ha lidiado con las estrictas reglas de uniformes que considera absurdas. La liga castiga incluso las infracciones más sutiles con multas elevadas. Fitzpatrick, conocido como un reincidente, comenta: “Soy el ejemplo de multas por uniformes”, recordando momentos en que fue sancionado por el largo de sus pantalones o por combinaciones de calcetines.
Estas violaciones suelen ser el resultado de que los jugadores prioricen la comodidad o el estilo personal. El caso del jugador Kei’Trel Clark, multado por usar una toalla no aprobada, ejemplifica cómo estas reglas limitan la expresión personal. Fitzpatrick añade: “Quieren que nos parezcamos a maniquíes, pero deberíamos poder mostrar nuestra personalidad sin vernos ridículos”.
Las rígidas normas de la NFL contrastan con la flexibilidad de otras ligas como la NBA. Jugadores como Jonnu Smith observan envidiosos a figuras como LeBron James, que lucen su estilo personal. Mientras tanto, jugadores de la NFL deben acatar las reglas o asumir las consecuencias. Las multas por uniformes generan impresiones diversas entre los jugadores, como Nico Collins, quien recuerda la sorpresa de recibir su primera multa y cómo esto afecta incluso a quienes ganan cifras millonarias.
Bobby Wagner y otros jugadores han expresado su deseo de que se permita más individualidad, como el uso de visores coloreados o cleats personalizados. George Kittle, aficionado a las zapatillas, espera algún día poder usar sus coloridos cleats Nike SB Dunk en un partido oficial. A pesar de los deseos de cambio, los jugadores continúan ajustándose a las reglas, aunque sueñan con un futuro en el que puedan expresar más su identidad personal en el campo de juego.
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