Años atrás, en el garaje de Darlington Raceway, conversaba con David Pearson, Bobby Allison y Cale Yarborough. Estos legendarios pilotos de NASCAR habían dejado de intentar ser propietarios de equipos debido a las dificultades financieras. Yarborough comentó: “Somos como dinosaurios de NASCAR”. Pearson respondió riendo: “Pero estamos mejor que los dinosaurios porque seguimos aquí”. Allison agregó: “Supimos salir antes de extinguirnos”. El jueves, otro “dinosaurio” de NASCAR se hizo a un lado cuando se resolvió una demanda antimonopólica contra NASCAR, presentada por 23XI Racing, el equipo de Michael Jordan y Denny Hamlin, y Front Row Motorsports.
El caso, que duró dos semanas en un tribunal de Charlotte, concluyó con un acuerdo que beneficia a los equipos. El objetivo era que los derechos de los equipos fueran permanentes como las franquicias en otros deportes. Según su abogado, Jeffrey Kessler, el acuerdo es “perenne”, eliminando el modelo renovable que dependía de los contratos de derechos de medios de NASCAR. La mayoría en el paddock de la Cup Series coincide en que este es un movimiento acertado. Aunque al principio otros equipos acompañaron a 23XI y FRM, estos dos acabaron luchando solos y ganaron, logrando un cambio beneficioso para todos los propietarios.
Jim France, actual CEO de NASCAR, es una figura respetada, pero no deseaba su posición actual. Al final, se dio cuenta de que había que mirar hacia el futuro, no el pasado. Durante el juicio, se revelaron tensiones ocultas y la frustración de algunos empleados con las decisiones de France, reflejada en mensajes de texto en los que se referían a él con términos como “dictadura de 1996”. Este caso dejó al descubierto las finanzas internas y reveló desacuerdos que antes se mantenían en secreto.
El jueves, Jim France estuvo presente junto a Michael Jordan y otros ejecutivos en el tribunal. Aunque Jordan afirmó que el conflicto fue “solo negocios”, los sentimientos heridos persisten en la comunidad de NASCAR, que funciona como una familia unida durante todo el año. Finalmente, Jim France cedió parte del control que su familia había mantenido por décadas con la esperanza de no haberlo hecho demasiado tarde.
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